David Hume, Filósofo, economista, sociólogo e historiador del siglo XVIII.
Nací el 26 de Abril de 1711, era de buena familia, sin embargo no era rica, y al ser yo uno de los hijos menores, mi patrimonio era muy escaso. Mi padre considerado un hombre de talento, murió siendo yo niño dejándome, junto con un hermano mayor y una hermana, al cuidado de nuestra madre, mujer de singular mérito, joven y atractiva que consagró por entero, a la crianza y educación de sus hijos. Seguí con éxito el curso normal de mi educación…
Mi disposición para el estudio, mi sobriedad y mi laboriosidad despertaron en mi familia la idea de que las leyes eran la profesión adecuada para mí, pero tenía una aversión insuperable a cuanto no fuera la filosofía y el conocimiento en general, siendo las obras de Cicerón y de Virgilio las que devoraba en secreto.
Lo escaso de mis medios hacía que estos resultaran inadecuados para este plan de vida, y como mi salud estuviera algo quebrada por mi ardiente aplicación, me sentí tentado, o más bien obligado, a hacer un débil intento por acceder a un escenario de vida más activo. En 1734 fui a Bristol con algunas cartas de recomendación para comerciantes eminentes, tardé unos meses en comprobar lo inadecuado que aquel escenario era para mí. Pasé a Francia con la intención de proseguir mis estudios y allí tracé el plan de vida que he seguido con regularidad y éxito. Resolví que una estricta frugalidad supliera la escases de mi fortuna, mantener intacta mi independencia y despreciar todo fin que no fuera la mejora de mi talento como escritor.
Jamás intento literario tuvo peor fortuna que mi Tratado de la naturaleza humana (1738). Nació muerto, sin el mérito de provocar si quiera un murmullo entre los fanáticos. Pero me recuperé muy pronto del golpe y proseguí con gran ardor mis estudios en el campo. En 1759 publiqué mi historia de la casa de los Tudor. A pesar de los vientos y estaciones a los que se vieron expuestos mis obras, habían conseguido tales avances que los derechos de autor que me pagaban excedían con mucho todo lo conocido en Inglaterra. No solo había conseguido ser independiente, si no alcanzar cierta opulencia…
Mis amigos nunca tuvieron que justificar mi carácter ni mi conducta, y no es que los fanáticos no se hubieran alegrado de inventar y propagar cualquier historia en detrimento de mí, nunca pudieron hallar ninguna que tuviera visos de probabilidad. No puedo decir que no haya nada de vanidad en ésta oración, espero que no esté fuera de lugar, cuestión que es fácil de esclarecer y comprobar.
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